A medida que
pasa el tiempo, me convenzo más. Este
blog es tan mío que se confunde con mi propia vida.
Siete años
hace que escribo Cuántos cuentos cuentas tú,
y durante todo este tiempo he dejado algunas historias inconclusas, flotando
en el limbo de las cosas que se inician y no se terminan. No han sido muchas
(he dejado más historias sin finalizar en mi vida, seguro) pero son tres:
Paula I, II, III, Y aquí estoy yo, también I, II, III y Madeleine. Son las suficientes para sentir un escozor incómodo alguna
mañana. Son bastantes para que algunos lectores me pregunten por ellas (son
pocos, pero brillantes, necesarios y perspicaces. Gracias), y empiece mi desazón íntima. Así que es hora de ir finalizándolas. (Empezaré por
Madeleine y Esteban, y, después (es una promesa hecha a mí misma) seguiré con
Paula y con Y aquí estoy yo, también. )
Veamos a
esta pareja, a la francesa y al español: los he abandonado, saliendo de un
hotel. Inconcebible. Intentaré ponerle remedio.
Y como ha
pasado tanto tiempo, y los tengo ahí, en la puerta, sin saber hacia dónde dirigirse para
tomar un té (que es lo que le apetece a Madeleine), voy a dotarlos de textura, de matiz… y voy a recordar(me) su historia:
Un doce de
octubre, Esteban (sesentón viudo y solitario) decide viajar a Madrid en su
coche. Conducir es una de sus pasiones; pasión compartida con Teresa, la mujer
de su vida y con la que conversa/discute todos los días a pesar de su fallecimiento. A la altura de Aveinte
(municipio de Ávila), Esteban tiene un encontronazo con Madeleine, una francesa
color perla, atractiva y muy simpática. Más que un encontronazo, es un
accidente, ya que Madeleine pierde el control de su Corsa al reventarse uno de
sus neumáticos. Esteban auxilia a Madeleine y espera junto a ella a la grúa. A
partir de ahí, surge la atracción, una cita… y los malentendidos naturales
derivados del desconocimiento del idioma, por parte de él, por parte de ella…
¿Qué ocurrirá? ¿Esteban tomará té con Madeleine? ¿Serán capaces de
comprenderse? ¿Volverán a verse? ¿?
Todas las
entregas:
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La foto es mía. Desde Las Palmas de Gran Canaria, 2010
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