Una que es bloguera, gusta de leer otros
blogs, blogs de esos que hacen empalidecer fruto de la envidia (que nunca es
sana). Y entre ellos, entre los que me hacen empalidecer de envidia y enrojecer
de gusto, brilla uno como el oro. Es elde La Oro, Begoña, o
@granduquesa, la escritora de libros para niños y no tan niños, ligada a la
literatura infantil y juvenil: editora, traductora, y más…
Para los que no somos tan niños ni tan
jóvenes, tenemos su blog, repleto de textos luminosos, chispeantes (ojo, que la
ventaja de crecer es que puedes olvidarte de si el cuento o la novela es para
doce o para diez o para quince. Puedes leer libros para todas las edades. ¿A
que se han quedado más tranquilos?) El blog de La Oro se ha nutrido de las
columnas que Begoña escribió para el diario Heraldo (hasta el 12 de mayo de
2013), pero no sólo. Ahí, en su casa habitual, podemos leerla, reidora y
divertida, preparada para asistir al Premio Cervantes. Podemos escucharla en
los textos más irreverentes y entretenidos, aquellos en los que nos cotillea lo
ocurrido en los Premios SM, o en los que nos cuenta cómo hace zumo de pomelo y
limón. Sus textos derrochan originalidad y, sobre todo, alegría. Cuando tiene
que criticar, critica, no crean. Si tiene que cotillear, cotillea. Nos provoca.
Lo hace todo de manera impecable. Y están esos textos de sensibilidad certera y
hermosa, como por ejemplo Cierres , Lasorpresa, o un Adios)
bien dicho.
Últimamente, Begoña Oro habita dos casas más,
dos casas muy curiosas. Una, es Venta El Maestro y otra, Whoooosh . Digo que
son muy curiosas por lo diverso del paisaje. La venta muestra manos de
campesino, barajas españolas, gallos, mostradores de madera, luces de pueblo, rostros
de gentes, animales cotidianos, el terruño. Whoooosh (o algo así, en palabras
de La Oro, es el ruido que hace el agua
al salir, es zas, es ya, es coyuntura) es una casa cosmopolita, nada más y
nada menos se sitúa en NY. Las fotografías (me encantan, por si no se han dado
cuenta) son de Fernando Sancho, y Begoña
nos muestra otra (otra más) faceta de su escritura. Un punto de reflexión, un
punto de nostalgia, unas palabras más desnudas. Pasen. Vean. Lean.
Y, entre blogs y libros de texto, Begoña Oro
acaba de terminar Croquetas y wasaps,
que no ha sido niño ni niña, sino croqueta (La Oro dixit).
Imágenes tomadas del blog de La Oro
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