Cabaret Biarritz, de José C. Vales

Lo cierto es que casi soy incapaz de describir aquí qué he sentido leyendo esta novela. No porque no lo sepa o no lo recuerde, sino porque es casi imposible revelar algún detalle sin destrozar la sorpresa que este cabaret encierra. Sí, la ciudad es un verdadero y entero cabaret en el que bailan mujeres que se las dan de modernas y otras que son esclavas de sus apetencias, fantasías o delirios. También bailan (o lanzan cuchillos) hombres despreciables y ridículos, y otros que parecen indignos, guardan dentro de sí el rescoldo de la integridad. Seres humanos fieles a apetitos desmedidos y a sentimientos viejos. 

Biarritz en los felices años veinte es casi un decorado hipócrita, con sus hoteles elegantes, sus jardines refrescantes, sus playas azules y sus muchachas ataviadas con livianos vestidos blancos. Biarritz es también (y casi) charco y lodazal donde van a revolcarse la pobreza material y la miseria moral. Hasta el escritor que recibe el encargo de hacer una novela seria, es digno de lástima; pues lo que quiere el editor es un folletín truculento en el que las aventuras amorosas y sexuales acaben en tragedia (el subtítulo: Los pecados estivales). Cabaret Biarritz sorprende desde la primera página, cuando nos asomamos a su estructura y leemos, cada vez más curiosos, cada vez más maravillados, lo que dice haber vivido/sentido/hecho cada uno de los personajes (más de treinta) y las anotaciones de un misterioso traductor de Miet, ese trabajador en la sombra que nos aclara, o nos enturbia el relato (según gusto y parecer). La obra oscila entre la novela negra y el retrato social de una sociedad frívola que encierra en las habitaciones más oscuras aquéllo que no luce bien en los salones.  
Qué deslumbramiento. 
Casi he terminado de escribir este breve comentario sobre Cabaret Biarritz, Premio Nadal de Novela 2015, de José C. Vales (pues no quiero destrozarles el descubrimiento. Y no, con este autor tampoco hay manera). Asómbrense con el rojo inaudito de un mechón, o la locura transitoria de una vieja dama. Léanla sin casi. Por entero. 

Biarritz, 1925. Tomada de aquí


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