Caminos de deseos

El pasado fin de semana lo dediqué a la lectura de El año sin verano, de Carlos del Amor. Es curioso.

Tengo por ahí, escritas y guardadas en archivos virtuales, dos novelas cortas (o algo así). En una de ellas aparece una comunidad de vecinos en un bloque de edificios, y el mes en el que transcurre la acción es agosto. Incluso hay una vecina que está sufriendo los estragos de la vejez y la desmemoria. En la otra, hay un cuadro en el Museo del Prado, y un encuentro. En la novela de Carlos del Amor hay un cuadro, un encuentro en el Museo del Prado, un mes de agosto y una comunidad de vecinos en una calle de Madrid. 

Esas son las similitudes, las diferencias de tramas y argumentos son muchas, claro. Leyendo esta historia, me encontré con un concepto muy hermoso, los caminos o hatajos de deseos. Son esos senderos que hieren la inmaculada tez del césped de los jardines y parques públicos. Esos caminitos que hacemos entre todos, destrozando el diseño del arquitecto paisajista, porque así, atrochando, llegamos antes al punto C desde el punto A. Se me antoja que las palabras, las letras, son las mismas para todos. Para Carlos del Amor y para mí. Pero él, usted, o yo, las utilizamos a nuestro capricho. Incluso para contar un encuentro ante un cuadro del Museo del Prado. Las historias escritas son nuestros caminos de deseos, porque avanzamos hacia donde queremos ir, y cada uno lo hacemos a nuestro gusto. Con fortuna desigual, claro.

La novela de Carlos del Amor es una suerte de puzle en el que se entremezclan las vidas de los vecinos de ese edificio viejo de Madrid. El nexo de unión es el protagonista; un periodista cultural que abandona la novela que está escribiendo para dedicarse a allanar las viviendas de sus vecinos que están ausentes y escribir otra historia, una que no espera la editorial. (¿Lo ven? Traza sus propios caminos de deseos). Es así como descubre los misterios de esas viviendas que lo han resistido todo: amores, desengaños, guerra, pasión, muerte, tristeza, enfermedad. La estructura de la novela se parece a la de un libro de relatos. Es difícil dar con la estructura exacta de ese artefacto literario al que tanto amamos los que leemos ficción. Una cosa es imaginarla, y otra, escribirla. Y lo digo con algo de conocimiento. 

¿Me ha gustado El año sin verano? Me ha gustado la prosa de Carlos del Amor; la idea; algunos de los personajes; la historia que envuelve al cuadro que elige el escritor para ese encuentro tan especial. Espero más novelas de Carlos del Amor; más caminos de deseos.

Aquí tenéis un video creado por el Museo del Prado, comentando la obra que aparece en El año sin verano



La lectura de este libro, cumple uno de los requisitos del Reto de lectura Librópatas 2016, en concreto: 24. Un libro de un autor contemporáneo de tu país

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