La musa, Jessie Burton


Ah, no. No adoptes una actitud moralista, Odelle. No vas andando por ahí rodeada de un halo dorado que brilla más o menos según la fuerza que tengan las cosas que escribes. Cuando las lee otra persona, tú ya no intervienes. Es algo ajeno a ti. (…) Cuando algo se considera «bueno», atrae a la gente, y eso a menudo tiene como resultado la destrucción del creador. Lo he visto en más de una ocasión.

La musa es la segunda novela de Jessie Burton, una joven actriz y escritora inglesa que se hizo mundialmente conocida con su primer libro La casa de las miniaturas, una historia ambientada en el Ámsterdam del siglo XVII, que logró vender un millón de copias en treinta y siete países, fue nombrada Libro del Año por las librerías Waterstones y obtuvo el galardón National Book Award en 2014. En La musa, Burton entreteje dos tramas desarrolladas en Andalucía (1936) y en Londres (1967), protagonizadas por dos mujeres creadoras, Olive Schloss y Odelle Bastien.
Olive, pintora, hija de un marchante de arte vienés y una heredera inglesa se instala con su familia en las afueras de un pueblo malagueño. Son los albores de la Guerra Civil, y el mundo áspero en el que se ve obligada a vivir Olive se suaviza un tanto con la amistad de la criada Teresa Robles y la atracción hacia el hermanastro de ésta, un pintor que imparte clases en Málaga, Isaac Robles.
Odelle, una joven con inquietudes literarias, se instala en Londres procedente de la colonia inglesa de Trinidad. Cuando consigue un trabajo de mecanógrafa en el Instituto de Arte Skelton bajo la tutela de la enigmática y elegante codirectora Marjorie Quick, cree alcanzar el cielo. Pronto, el misterio de un cuadro perdido durante la guerra civil española y atribuido al pintor Isaac Robles, zarandea sus convicciones.
Las dos historias se entretejen en una maraña de complicadas relaciones familiares y amorosas, enredos que la autora resuelve con solvencia guardándose algún que otro cabo suelto para atarlo in extremis y dar más emoción al relato. Lo interesante de la novela, en mi opinión, es el tratamiento de la creación femenina en un mundo artístico copado por lo hombres; y cómo el arrebato del arte que sienten Olive y Odelle, es superior a cualquier otra pasión.
El exilio, la guerra, el hambre, la voluntad de sobrevivir pese a todo, la reinvención, o la jerarquía de razas (Odelle es mulata, Teresa Robles, gitana, Olive, irreprochablemente blanca…) son asuntos que Jessie Burton destaca a lo largo de la obra. Otro aspecto notable son las descripciones, hechas con minuciosa precisión, casi como las pinceladas de un cuadro (pues como se dice en la novela, escribir es pintar con palabras).
El viento del amanecer había levantado la impresionante capa de nubes que cubría los montes de Arazuelo y había dejado un cielo del color de un huevo de pato, surcado de estrías en rosa y oro. (…) A lo lejos, en las tierras de labor salpicadas de matojos y margaritas silvestres, los milanos trazaban círculos en el cielo y los saltamontes brincaban en zigzag por los melonares vacíos, mientras los bueyes araban a fin de roturar el terreno para la siembra.


Reseña publicada en la revista Mi Biblioteca nº 51, de la Fundación Alonso Quijano. Sección Hablemos de libros. 


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